COSAS DE CASA

No sé cuantos de vosotros, lectores y admiradores de Canalnostalgia, recordareis la serie “Primos lejanos”, donde el “sin labios” del primo “Lary”, y su agilipollado familiar Balki, hacían el subnormal episodio tras episodio. Pues bien, fue en este truño donde apareció por primera vez Harriette Winslow, y con su gracia natural y desparpajo (o eso creyeron algunos), logró que se defecara el spin-off “Family Matters”, aquí llamado “Cosas de casa”, y que lleva torturando nuestras psiques desde hace casi 20 años (No teníais ni puta idea, ¿Eh?). Resumir esta mierda es bastante fácil: Policía retrasado casado con amargada sin vida sexual, tiene que soportar las gilipolleces de sus hijos, la suegra, la cuñada, el sobrino, el amigo del hijo y, para rematar, el odioso vecino. Y ya está. Ahora pensad en cualquier chorrada, del tipo “quiero un coche y no me llega la pasta”, “me han quedado dos ¡A ver como lo digo!” o “Papá, le doy al crack”, lo enredáis un poco, añadís unas cuantas confusiones y equívocos y ya tenéis el capitulo ¡Y que luego los guionistas se declaren en huelga! ¡Incomprendidos!

Como ha quedado claro que eran los protagonistas los que definían la serie fuese cual fuese el argumento, pasemos a desmembrar a estos maquinas, paradigmas de la sobreactuación, la inexpresividad y la desmesura. Comenzaremos, obviamente, por uno de los seres más asquerosos que ha dado la televisión: el repugnante: Steve Urkel. El bicharraco era una cosa fea de pelotas que, supuestamente, era lo más gracioso del programa pero que lo único que conseguía era amargar hasta el más fanático con sus risas, frases y muecas. Y lo mejor vino cuando nos lo quisieron vender como tío bueno, quitándole las gafas y cambiándole el nombre a Stefano… ¿? ¡Pero si era igual de feto el muy cabrón! (de hecho, diría que incluso más, con esas cacho bolsas bajo los ojos de rana). Su amada, Laura Winslow, daba asco. Ni estaba buena, ni caía bien, ni na de na. Encima iba de lista, lo que nos revienta aun más ¡Pasamos de su ojete! Su hermano Eddie pretendía ser el galán de la serie, el guaperas afroamericano embutido en colores chillones y pantalones imposibles a lo MC Hammer, pero tan solo consiguió ser conocido por sus caretos de estreñido y su ridículo peinado ¡Al pedo machote! Y encima se juntaba con Waldo Faldo, supuesto elemento bonachón y atolondrado que, reconozcámoslo, deseábamos que fuese tiroteado, o atropellado como poco ¡Qué tipo más capullo, joder! ¿Dónde tenía la gracia? ¿En los dientes? ¿En las paridas que decía? ¡Venga ya, coño! Pasando al matrimonio, lo formaban el gordinflón de Carl y la ya mencionada Harriette. Química, no tenían ninguna, y física, o físico, mejor dicho, todo. Vaya dos monstrencos feodoros. Ella parecía Roberto Dueñas con pelo afro, y él, el Marinero Tarugo pasado por una capa de hollín. Sus situaciones maritales eran patéticas y daban mucha, mucha grima, sobre todo cuando les daba por besuquearse ¡Puagh, que asco más gordo! No nos olvidamos tampoco de la hermana de la chimpancé, Rachel Crawford, que en su papel de madurilla atractiva al menos alegraba la vista al televidente. Pero su protagonismo era nulo, y ni cuando la montaron un burguer, consiguió pasar de mera secundaria, por lo que se piró a buscarse las habichuelas y, en venganza, dejó allí a su hijo Richie, al que le recordamos por imitar nefastamente a Michael Jackson y al que, a la salida de la grabación de cada episodio, los asistentes querían linchar por lo vomitivo de sus actuaciones. La abuela Estelle, madre de Carl, hacía lo que todas las abuelas en la tele: ponerse del lado de los nietos, soltar sandeces y liarse con el jardinero ante el estupor de su hijo. Pero al menos no era muy cargante ni salía mucho, por lo que la vamos a dejar en paz por esta ocasión. Finalmente, el sinónimo de la incongruencia televisiva: Judy Winslow, la hija pequeña, a la que los productores largaron a tomar por culo lo más rápido que pudieron. Y ella se lo tomó al pie de la letra, convirtiéndose en la porn star “Crave” y hala, ¡A comer pollas y a que la rompan el culo! ¡Así es la vida! ¡No cambiéis de canal y hasta la próxima!



De vender galletitas...



... ¡A facial con tragada!

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