A VIRADA


DO LADO DE LÁ DO LADO DE CÁ


“A virada”

Ya pasaron las navidades, este tiempo de sueños, familia, amigos y buen rollo por todos lados. Cuando es navidad parece que todos estamos obligados a ser más buenos, más simpáticos y hasta más guapos. Y no solo en España sino que en todo el mundo se repiten, las mismas cenas en familia, los mismos regalos, los mismos deseos etc. Aunque algunas cosas si cambian. Como dice el villancico Oh, blanca navidad… Pues nada más lejos de la realidad. En España ya sabemos que esa afirmación es más falsa que judas (perdón por el uso de esta expresión más adecuada para Semana Santa) nuestra navidad de blanca poco tiene, eso sí de frio tiene bastante.
Más allá del Ecuador todo cambia y la navidad es manga corta, bañador, y sobretodo playa. Y si en España se recibe el año mirando el reloj de la plaza Mayor, y con 12 uvas en la boca en Brasil es otra cosa. El lugar de reunión es la famosísima Playa Copacabana en Rio de Janeiro. Allí se reúnen miles de personas a esperar los fuegos artificiales, vestidos de blanco. Después de las acostumbradas felicitaciones se dirigen al mar para echar flores en ofrenda a Yemanya, la reina del mar. Costumbre bahiana que pertenece a la religión del candomblé pero que se ha convertido en tradición en todas las playas brasileñas. Yo por mi parte no me vestí de blanco, ni ofrecí flores a Yemanyá, más que nada porque no fui a la playa, sino que me fui a conocer el Estado de Minas Gerais.
El nombre no es pura casualidad, fue allí donde los portugueses encontraron su El Dorado: la mayoría del oro, plata y piedras preciosas del Brasil pertenecían a las tierras rojizas de Minas. Desde comienzos de la conquista los portugueses construyeron la Estrada Real, un camino que comienza en el norte del Estado, en Diamantina y cruza todo Minas Gerais hasta los dos principales puertos de la época: Parati y cómo no, Rio de Janeiro. Por este camino salió todas las riquezas de Brasil para Portugal.
En todo el camino hay numerosas ciudades coloniales con pequeñas iglesias doradas, único lugar de todo Brasil donde se quedo algo del oro brasileño. Diamantina, Ouro Preto, Sao Joao del Rei y Tiradentes son las más famosas. Tirandentes es una pequeña ciudad toda empedrada, donde se suceden las casas blancas con las puertas y ventanas de colores, pasear por sus calles es como volver al pasado. El nombre significa literalmente saca dientes, profesión y apodo de uno de los mártires de la independencia brasileña que nació en esta ciudad. Su pequeña iglesia construida en lo alto domina toda la ciudad. Su interior esta bañada en oro. Fue construida por miles de esclavos que vivían en la más absoluta miseria. Tanto oro y tanta hambre...
Pero lo mejor de Minas Gerais es sin duda sus colores. El verde domina el paisaje, con sus campos, sus bosques, sus zonas de vegetación virgen, sus ríos son marrones, y su tierra del rojo más intenso que he visto en toda mi vida.
En mi guía de viaje simplemente habla de que en Minas hay una exquisita comida y las ciudades coloniales más importantes de todo Brasil. Pero desde que llegué tenía ganas de conocer este estado del tamaño de España, del que nunca había oído hablar desde el lado de allá, pero que desde que llegué al lado de acá no oí hablar de otra cosa. Que si el mejor carnaval es el de Minas, que si la mejor comida igual, que si comen como burros, que si son los más borrachos, que si los más trabajadores también, los más ahorradores etc., etc. Pensé que no eran más que tópicos pero un día allí me hizo comprender que todo era verdad. Para todo minero lo más normal es ir de visita a la casa de familiares y amigos para ir probando el menú de cada uno. Encontré a gente que comía hasta cinco veces. Y claro en cada una de ellas beben el vino, la cerveza o la cachaça de rigor, al gusto de cada uno. Fueron unas navidades extrañas y nostálgicas pero en esas tierras mineras consiguieron que me sintiera como en casa porque su gente me hizo sentirme dentro de una gran familia.
Tiradentes, imagen de la ciudad y de sus calles

LOE


No hay comentarios: