FINLANDIA: UN EJEMPLO DE EDUCACIÓN

Finlandia no tiene muchos recursos naturales. El himno nacional dice: “...somos un país pobre, que no tiene oro. El recurso que tenemos es nuestro pueblo” Así, invertimos en nuestro pueblo. Toda persona tiene que recibir formación, educación, para ir tan lejos como su capacidad lo permita.
No es suficiente que una sociedad posea algunas personas muy capacitadas. Toda la sociedad tiene que tener la posibilidad de formación durante toda la vida.
No basta que un niño pobre reciba alguna formación cuando pequeño.
Tiene que poder estudiar cuanto quiera.
Y Finlandia es uno de los países más competitivos en las estadísticas internacionales con solo 5 millones de habitantes. Imagine lo que haría con 190 millones. Si un país busca inspiración para enfrentar dos de sus principales problemas (educación y corrupción), difícilmente se podría dejar de visitar un lugar más apropiado que Finlandia. La presidenta finlandesa, Tarja Halonen, adelanta algunas palabras-clave: “fuerte inversión en educación” (6% del PIB en Finlandia, sin contar investigación); transparencia en el gobierno; y fidelidad partidaria; “Es muy importante tener el coraje de reservar los recursos para la educación básica", resalta ella. Un pueblo educado elegirá dirigentes honestos y competentes. Estos elegirán los mejores asesores. Un pueblo educado no tolera la corrupción. Un pueblo educado sabe muy bien diferenciar un discurso serio y una prédica demagógica. Un pueblo ignorante desperdicia sus recursos y se empobrece. Un pueblo ignorante vive de ilusionarse. Un pueblo educado prospera también en condiciones adversas.
Finlandia posee una economía de mercado altamente industrializada, con producción per cápita mayor que la del Reino Unido, Francia, Alemania e Italia. El patrón de vida finlandés es elevado. El sector clave de su economía es la industria – principalmente maderera, metalúrgica, ingeniería, telecomunicaciones (se destaca Nokia) y productos electrónicos. El comercio exterior es importante, representando cerca del 1/3 del PIB. Con excepción de la madera y de varios minerales, Finlandia depende de importaciones de materias primas, energía, y algunos componentes de bienes manufacturados.

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