Anacleto Limones es un tipo muy aburrido. Cualquier actividad que realizase lo llenaba de tedio aún antes de empezar con ella. Apenas comía, tenía insomnio y se relacionaba más bien poco con la gente. Su único amigo, Amadeo Plata, hace tiempo que dejó de hablarle precisamente por esto. Por su aburrimiento supino, que el pobre de Amadeo creía contagioso. Anacleto es, para sus vecinos, el raro del barrio.
Anacleto, armado de valor, decide salir un rato a la calle. Receloso de esas miradas que, con cierta inquina le observan, intenta mostrarse animado, con la intención de fastidiar a esos vecinos, “ésos cagabandurrias adorables” los llama él.
Anacleto deambula un rato y, en el camino, en uno de los establecimientos colaboradores encuentra un ejemplar de CREATURA. Ejerce sobre él un efecto hipnótico. Su portada le fascina. Y acto seguido se sumerge en sus páginas repletas de magníficas ilustraciones, memorables artículos, emotivos poemas y páginas y más páginas conteniendo buenos contenidos. Y todo ello gratis total.
Anacleto descubre la diversión.
Descubre CREATURA.
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