LO QUE NO MATA CONVIENE

Un día tu novio se levanta por la mañana iluminado, decidido a que te vayas a tomar viento fresco. Y no te creas que se va a tomar la molestia de apelar a un puñado de excusas baratas. Ni te pienses que se va a presentar compungido y lloriqueando por el dolor que va a causar. No. Te va a decir que eres la mujer de su vida. La madre de sus hijos. Y acto seguido te dirá que te has pasado de lista por llegar "tan pronto". Te insinuará que un millar de mujeres le espera a la vuelta de la esquina y que ni se te pase por la cabeza que tú vas a ser un obstáculo en su lucha por la conquista. Entonces tú que no te puedes quejar porque es muy bonito lo que te ha dicho y porque ahora, de repente, resulta que todo dios está de acuerdo en que "ese chico no te merece" (¿¿por qué nadie me lo dijo antes??), te vas a casita con la boca de medio lado deprimirte un poco.
Y de paso a asimilar que te han descartado en la selección por cumplir todos los requisitos. (¿Alguien me lo explica?). Así que reflexionas. Se puede hacer. Entre ataques de llantos y brotes de histeria, surgen espontáneamente pequeños, pero muy clarificadores, momentos de luz. Ellos nos salvarán de una existencia amarga e insustanciable: "Pues yo...........¡¡soy una tía!! ¡¡¡Y además estoy buena!!! ¡¡Y de fiesta puedo ser tan gañana como mis colegas!!! ¡¡Y me cojo unos pedos que hacen época!! Y además........... ¡¡¡¡TÚ JAMÁS SERÍAS EL PADRE DE MIS HIJOS!!!! "Para entonces te han crecido 4 centímetros los colmillos, estás de pie en la cama, puño en alto. Y gritas mucho. Gritas excitada de satisfacción porque lo has visto clarísimo. Sin embargo, estos momentos gloriosos de exaltación no suelen ser decisivos. El peso de la rutina te ancla al suelo como un plomo. Flaqueas y las debilidades te abordan para desbordarte. Y de nuevo esa imagen deprimente de ti: en bragas, agarrada al cartón de clínex, haciendo pucheros y desconcertada porque todas las canciones de la radio hablan de ti. Estos altibajos pueden fluctuar entre el primer segundo y medio de tu ruptura y el resto de tu vida. Pero habrá un día. Ese día D en el que te despegarás el pañuelo de la boca, te mires al espejo y digas: "¡¡LA MADRE QUE ME PARIÓ!! Y ése será el momento definitivo. Podremos deprimirnos y lloraremos mucho; pero jamás, JAMÁIS, estaremos feas por su culpa. Aquí tu madre cobra un papel protagonista porque descubres que ella se siente mucho más ultrajada que tú. Así que saca sus Visas y te renueva el fondo de armario de arriba a abajo. ¿Por qué? Porque su niña va a reaparecer en sociedad "D-I-V-I-N-A". A estas alturas todo parece muy superficial. Pero lo hemos pasado muy mal. Y esto es una verdad como un castillo: el amor propio salva muchas vidas. Y sentirse guapa (y guapo) enseguida te estampa una sonrisa en la cara. Saberse deseada (y deseado) te la estira un poquito más. Y ni qué decir si además vas recolectando satisfacciones físicas y emocionales por el camino. Para entonces tú ya te has olvidado de tu novio (ya te atreves a llamarlo "ex") pero antes de sacarle definitivamente de tu vida, le agradeces que te haya ampliado.

1 comentario:

Sara Polo dijo...

Bonita reflexión y bella realidad hecha palabras. Yo también sentí lo mismo hace algunos años y aprendí a hacerme grande con la ayuda de los trocitos de mundo y experiencias que voy guardando en mi bolso. Y las canciones dejaron de hablar de mí, pero me gustan incluso más.